Artículo publicado en el Diario La Segunda.
Por Fabiola Aburto Prieto.
En Chile las pymes son más de 881 mil, según cifras del Servicio de Impuestos Internos, y se consideran como tal las empresas que declaran ventas anuales inferiores a 100.000 UF y/o tienen menos de 200 trabajadores. Constituyen el 98% del total de empresas formales existentes en el país y en cuanto a su contribución en empleo, actualmente un 42% de los ocupados trabaja en una empresa de menor tamaño. Sin embargo, muchos de los que emprenden no logran sostenerse en el tiempo.
Si bien el presupuesto estatal orientado a programas de apoyo al emprendimiento creció entre el 2013 y 2016 un 91%, un 15,2% de las microempresas creadas se queda en el camino y no logra pasar el primer año de vida y sólo el 40,9% permanece al menos 7 años, según el estudio "Dinámica Empresarial. Brechas regionales y sectoriales de las pymes en Chile", realizado por el Ministerio de Economía y publicado el 2016.
Variables que intervienen
En el proceso de desarrollar una pyme, junto con la motivación inicial, la experiencia técnica y los recursos, son importantes las habilidades blandas, que tienen que ver con la capacidad de relacionarse, comprender, empatizar y considerar al otro en su rol y como sujeto. También el compromiso con el equipo, con el proyecto y la responsabilidad.
Paulina Melys, psicóloga organizacional y especialista en vínculo, explica que estas habilidades las desplegamos muchas veces en el ámbito laboral y las ponemos a disposición de nuestro rol y de objetivos que queremos lograr. "La clave del éxito en las organizaciones se basa en gran medida en esta ecuación: calce de habilidades blandas versus las exigencias del rol".
En una pyme que está recién comenzando esto pasa a ser fundamental. "El costo de un mal calce entre el candidato y el puesto a desarrollar, puede llevar a sufrir pérdidas que pueden poner en riesgo el negocio, de hecho, muchas nuevas empresas fracasan porque al emprendedor le faltó desarrollar las habilidades blandas para el desafío, y el problema se puede remontar a sus estudios, ya que la inteligencia emocional que acompaña a estas habilidades no son tema que se aborde en las mallas formativas".
Habitualmente son variables relacionales las que sumergen a los sujetos o equipos en la confusión y desconfianza e influyen en que las pymes puedan sostenerse.
"Es complejo tomar la decisión de independizarte y crear tu propia empresa, asumir riesgos, surgen miedos, también frustraciones y no tienes la seguridad de que resultará", sostiene Alejandro Márquez, quien inició una pyme de asesorías tecnológicas y de gestión llamada AMO Consultores. Partieron tres socios, uno de ellos se retiró y actualmente están evaluando su continuidad.
El camino de aprender
Alejandra Goic dejó, en 2015, Santiago para tener junto a una socia su propia pyme: una granja de gallinas libres. Un emprendimiento en el que partieron de cero, compraron un terreno en la carretera austral y construyeron el gallinero. "Todo el trabajo lo hacíamos nosotras, desde alimentar las gallinas, cuidarlas, ver la producción y también su distribución. Al tiempo nos empezamos a dar cuenta de que a pesar de todo el esfuerzo y trabajo no generábamos lo que habíamos proyectado y lo necesario para mantenernos. Eso empezó a influir en nosotros, la presión y la incertidumbre nos generó mucho estrés y afectó también la forma en que nos relacionábamos porque no sabíamos cómo manejarlo".
A fines del 2016 Alejandra y su socia decidieron no continuar con su empresa. "Fue muy triste tomar la decisión y un duelo porque era nuestro proyecto y en él habíamos puesto nuestros recursos, motivación y compromiso".
Javiera Osorio también emprendió junto a una socia su propia pyme, Lelikëlen Biocosmética, en la que desarrollan productos cosméticos. "Iniciar y mantener un emprendimiento junto a otra persona requiere una relación de confianza. En este tiempo hemos aprendido a escuchar, a relacionarnos con personas muy diversas, a decir las cosas de manera adecuada y a considerar aspectos que van más allá de tener la experiencia técnica o profesional".
Marcela Miranda, es uno de los casos de pymes que han logrado sostenerse en el tiempo y crecer. Hace 8 años creó la empresa Snack Adventure, que se dedica a la elaboración de alimentos horneados libres de gluten. "Se necesita tener pasión y convicción para perseverar, una visión clara y un entorno que te apoye y motive a seguir", comenta.
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